
“Piezas de joyería con una gran historia”
POST DESTACADOS
-
HISTORIA
29 de abril, 2025
-
GEMOLOGÍA
22 de abril, 2025
-
GEMOLOGÍA
22 de abril, 2025
-
OTRAS CURIOSIDADES
15 de abril, 2025
Erróneamente con frecuencia estos tres términos son utilizados indistintamente como si se tratara de sinónimos, pero esto no es así. Cada termino hace referencia a unas piezas en concreto y debemos entender cuál es el significado de cada una de estas piezas y en qué se distinguen unas de otras.
La diadema consiste en una cinta perpendicular a la cabeza y que generalmente va atada a esta.
La tiara podríamos decir que es una evolución de la diadema ya que se fija a la cabeza en posición oblicua. El cestillo que forma su base se encuentra abierto.
La Corona es una pieza en circunferencia cerrada y que se superpone a la cabeza.
Haremos un breve recorrido por la historia de cada una de ellas.
Empezaremos con las diademas, que tienen su origen en las culturas Mesopotámica, griega y romana.
Originalmente eran utilizadas indistintamente por hombres y mujeres según podemos comprobar en las representaciones que se conservan de la época, aunque cuando tienen su mayor eclosión es cuando hablamos de las diademas utilizadas por mujeres.
Las diademas que se utilizaron en Mesopotamia consistían en bandeaus ajustados alrededor de la cabeza.
En la Grecia antigua las diademas se utilizaban por mujeres de clase alta y consistían en un fino cestillo realizado en oro del que partían láminas de oro imitando hojas de laurel, parra y motivos florales. En ocasiones se superponían más de una diadema en diferentes alturas formando un conjunto con el peinado que en la época era muy importante y decía mucho de la persona y su estatus social.
Estas diademas fueron evolucionando hasta una posición oblicua a la cabeza convirtiéndose en lo que actualmente entendemos como tiara.
Los materiales que se usaban en la confección de las diademas eran tela, piel o flores secas. Posteriormente en Roma pasaron a realizarse aros de oro a modo de cestillo a los que se añadían hojas finas e insectos.
En cuanto a las tiaras, comenzaremos hablando de la Tiara Papal. Fue usada por los papas desde el siglo VIII hasta el XX y se componía de una triple corona que representaban a la iglesia militante, a la que sufre y a la triunfante, y estaba rematada por el orbe con la cruz. También podemos decir que simbolizan el triple poder del Papa: padre de los reyes, rector del mundo y Vicario de Cristo. Su uso era obligatorio en las celebraciones solemnes y fue abandonado en el año 1964 a partir del Pontificado de Pablo VI.
La última tiara utilizada por este pontífice se exhibe en la basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción de Washington D.C.
Desde 1143 a 1963 la tiara papal se colocó solemnemente en la cabeza del papa durante su ceremonia de coronación. Hasta el año 1800, todas contaban con una rica ornamentación de joyas y decoraciones de oro. La mayoría están coronadas por una cruz fija sobre el orbe en representación de la soberanía universal de Cristo.
El Papa Juan Pablo I sustituyó la ceremonia de coronación por una misa que abriría la etapa pontificia. Igual ha venido ocurriendo con Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Por otra parte, Benedicto XVI quitó la imagen de la tiara del Escudo de Armas Papal y lo sustituyó por una mitra.
Volviendo a las tiaras de uso común, a partir del siglo XVIII su uso se hace más generalizado y comienzan a realizarse en bisutería, realizadas en plata y otros metales con cristales de strass, se realizaban trabajos excelentes para encargos de piezas menores.
La tiara consta de un cestillo que soporta el resto del adorno que solía ser de oro amarillo que en ocasiones se cubrían con terciopelo y el resto de la montura de plata. La complicación de las tiaras va en aumento a partir del 1800. La gema principal son los brillantes que se utilizan en Inglaterra, principalmente, aunque también en otros países como en España.
En Italia las tiaras se adornan con gemas orgánicas como perlas y otras piedras con simbología como pueden ser las amatistas.
El reinado de Napoleón y Josefina marca un antes y un después en el estilo y adorno que se hace de las tiaras. Se adopta como motivo la simbología griega y romana usando camafeos de perlas y palmetas.
En Italia destacan las tiaras de estilo napolitano y siciliano caracterizadas por el uso del coral tan típico en las joyas de estas zonas del sur de Italia.
En Europa durante el siglo XIX comienza a notarse la influencia de diferentes culturas como la egipcia y en general las culturas mediterráneas.
Mientras tanto, en España, Celestino Ansorena abre su joyería en 1845. En este momento la Puerta del Sol era el centro neurálgico del comercio en Madrid y los negocios de orfebrería se ubicaban entre la calle Espoz y Mina y la Carrera de San Jerónimo. Ésta era la situación perfecta ya que conectaba la zona noble de Madrid próxima al Retiro y el Palacio Real.
Ansorena empieza a destacar por sus trabajos para la reina Isabel II, gran coleccionista de joyas.
Por este motivo se instala también en Madrid la tercera generación del gran joyero francés Mellerio, que destaca también por sus trabajos encargo de la soberana. La reina Isabel II realizó muchos encargos al joyero francés quien, según cuentan, acabó demandando a la soberana por impago tras el exilio de esta a Francia como consecuencia de la Revolución de 1868, “la Gloriosa”. La soberana fue condenada a pagar al joyero la cantidad de 146.730 Francos.
Una vez liquidada la deuda la reina Isabel siguió comprando en Mellerio.
Entre los primeros encargos de Ansorena, destacamos la diadema de marquesa encargada por Doña María Cristina de Borbón o la tiara de Meandros que supone la transición hacia el estilo “Belle Epoque” y que contenía dos tiaras en una.
Como obra cumbre, y entre las más destacadas de este joyero, tenemos la tiara Flor de Lis, “La Buena”, realizada en 1906 en platino y diamantes por encargo del rey Alfonso XII para la reina Victoria Eugenia. Adornada con flores de lis, símbolo de la dinastía de los borbones, y con una calidad gemológica muy alta.
De las piezas más destacadas firmadas por Ansorena contamos con la Tiara de zafiros de la Marquesa de la Motilla, que alterna roleos con diamantes y zafiros y que puede convertirse fácilmente en un collar babero, tal como lo lució Matilde Solís en la boda de su hijo Fernando.
En Inglaterra, en esta época de principios del siglo XX también florece la producción de las tiaras como la Vizcondesa de Churchill fabricada por Hennell en los años 30. Era una pieza estilo Art Decó desmontable y transformable en collar o dos pulseras, doble clip y broche.
Finalmente hablaremos de las coronas, cuyo origen lo encontramos en las diademas adoptadas por Constantino I y usadas por todos los gobernantes posteriores del Imperio Romano.
Es la corona del Sacro Imperio Romano la más parecida a las coronas reales que se usan posteriormente dentro de las monarquías. Destaca la importancia que se da a los motivos heráldicos.
La corona Imperial evoluciona en la corona real. Estas coronas recuerdan a las Mitras, con cestillo y terciopelo en su interior.
Las coronas inglesas son muy preciadas y características con sus famosas grandes gemas.
En España merece destacar la corona realizada por Francisco Marzo para Maria Cristina, esposa de Alfonso XII, o la corona Tumular, realizada para los funerales de Isabel de Farnesio, cuyo autor fue Fernando Velasco, platero de cámara de la Real Casa desde 1748. No lleva los elementos de una corona heráldica y posee en el cestillo las armas de los reinos de Castilla, León, Parma, Granada y Tirol, además de las flores de Lis de los Borbones. Se usó en la coronación de Juan Carlos I y Felipe VI.
Para finalizar, podemos indicar que existen también coronas en metales no nobles y con motivos florales.
MONTE DE PIEDAD DE CAIXABANK
Fuentes:
- IGE
- Wikipedia
- The Royal Watcher Blog
- @Spanishroyaljewels