“Descubre muchos detalles sobre la gema más popular”
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Existe una gema muy conocida e importante, popular ya desde la antigua Grecia, que cotiza en una bolsa específica, duradera a no poder más, que tiene tres sílabas, que puede ser incolora o azul, brilla más que el sol de Valencia y tiene un mundo alrededor fascinante. Así es, ¡el diamante!
Comenzaremos el recorrido de esta gema hablando de su composición y estructura; seguiremos comentando los temas de origen y yacimientos; a continuación, trataremos cuestiones relacionadas con las propiedades físicas y ópticas; seguidamente, abordaremos el tema de las 4 C´s y asunto de las tallas; para finalizar, abróchense los cinturones, con una ligera inmersión en el polémico mundo de los tratamientos y la síntesis del diamante.
COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA
El diamante está formado por átomos de carbono puro (C) unidos por enlaces homopolares. En ocasiones no se presenta tan puro y puede contener pequeñas trazas de nitrógeno o boro. Esos átomos de carbono cristalizan en el sistema cúbico o regular, presentando por lo general formas octaédricas; en ocasiones pueden tener formas de rombododecaedro, triaquisoctaedro y hexaquisoctaedro, tetrasquishexaedros y cubos.
Teniendo en cuenta la cantidad de Nitrógeno (N) o Boro (B) presente en un diamante, existe una clasificación por tipos: I (a y b), II (a y b) que tiene su repercusión e importancia, no lo vamos a negar, pero dejaremos esta clasificación sin más aclaración para desvelarlo en un artículo más específico.
ORIGEN Y YACIMIENTOS
A este respecto, lamentamos comunicar que los diamantes no crecen en los árboles. Esta gema cristaliza a una temperatura de 1100 – 1600°C, bajo una presión de 45-60Kbar y a una profundidad entre 150 y 200 Km bajo nuestros pies.
Desde esas rocas ígneas o metamórficas suben a la superficie por chimeneas volcánicas, conocidas como “pipes”, para llegar a nuestras manos. En países como Australia existen chimeneas de lamproíta con diamantes.
Fuera de estos yacimientos primarios de diamantes, se localizan diamantes en yacimientos sedimentarios, en arenas de ríos, playas, etc. Lugares como Namibia, Brasil, Sierra Leona o India tienen documentados este tipo de yacimientos secundarios.
La historia de cada uno de los yacimientos es muy interesante. Para empezar, no todos fueron descubiertos a la vez, claro está. El primer país productor documentado en la historia fue India, que aportó grandes y famosos diamantes como el Koh-i-Noor o el diamante azul Hope. Lamentablemente, estas minas están prácticamente agotadas en la actualidad.
En el siglo XVIII se encontraron yacimientos secundarios en Brasil, en las Minas Gerais, pero aportan sobre todo diamantes de calidad industrial.
Siguiendo el recorrido histórico llegamos a Sudáfrica, con grandes descubrimientos a partir de 1866 en la zona Kimberley. En 1907 entró en juego el Congo y poco después Namibia, unos de los yacimientos secundarios más importantes del mundo y de calidad gema. En 1912 se comenzaron a explorar y localizar gemas en Angola, pero la situación del país hace que su producción, por el momento, sea muy irregular.
A mediados del siglo XX comenzaron las explotaciones de chimeneas diamantíferas en la zona siberiana de Yakutia, Rusia, un país considerado de gran importancia económica. En los años 70 tenemos a Bostwana con las minas de Orapa y Jwaneng, país líder en la producción de diamantes de calidad gema hoy en día. En los 80 irrumpió Australia y en los 90 tenemos a Canadá con la Mina Ekati que está escalando rápidamente en el ranking de país productor.
PROPIEDADES FÍSICAS Y ÓPTICAS
Las propiedades ópticas y físicas de un diamante son las siguientes:
REFRACCIÓN: se trata de una gema isótropa con un índice de refracción muy alto: 2,417.
DUREZA: esta gema es la sustancia natural más dura que se conoce, tiene un valor de “matrícula de honor”: 10.
PESO ESPECÍFICO: 3,52. Se trata de un valor elevado.
PUNTO DE FUSIÓN: el diamante funde a unos 3.700°C, empezando a consumirse en superficie a unos 800°C.
CONDUCTIVIDAD: se trata de una gema con una excelente conductividad térmica.
BRILLO: su brillo es adamantino, esto significa que tiene una vida intensa cuando está pulido, es decir, tiene mucho “brilli-brilli”.
DISPERSIÓN: otro rasgo elevado del diamante: 0,044, devolviendo un juego amplio de colores conocido como “fuego”.
ESPECTRO DE ABSORCIÓN: este valor depende de esa famosa clasificación de Tipo I, Tipo II, Tipo Ia, Tipo Ib, etc. Como ejemplo hay que comentar que los diamantes tipo Ia de la serie Cape muestran absorción en el violeta a 415 nm y otra débil a 478 nm. Esta propiedad es difícil de apreciar, hay tratamientos que pueden producir modificaciones, así que dejemos este tema en este par de pinceladas por el momento y lo abordaremos en un post más específico.
FLUORESCENCIA Y FOSFORESCENCIA: en este apartado sucede como el anterior, existen generalidades e información precisa en función de las distintas tipologías de diamante. Como rasgo general, los diamantes pueden presentar fluorescencia azulada o verde amarillento.
En esa inmensa casuística del tipo de diamante, esto puede variar. Los Tipo Ia pueden tener intensa fluorescencia verde amarillenta y mantener una fosforescencia en esos tonos. Los diamantes Tipo IIb llegan a tener fosforescencia breve en tonalidades rojizas o anaranjadas.
Además de todas estas características, el diamante es insoluble a los ácidos y tiene lipofilia, como el ser humano cuando come roscón, es decir, tiene gran afinidad a la grasa, por eso cada vez que le ponemos un dedo encima, se queda marcado y se expande por su superficie.
COLORES Y TALLAS
Cuando hablamos de talla del diamante no nos referimos a si calza un 37 o es una XXL, sino que se trata de la forma que le da el lapidario al diamante. Existen diferentes tallas apropiadas para el diamante, pero la estrella de todas ellas es la Talla Brillante: una forma redonda con 57 o 58 facetas, con calculadas proporciones para sacar el mejor provecho a la luz, disimular sus inclusiones y brillar con gran intensidad.
Encontramos en el mercado diamantes en otras tallas como la marquís, oval, con un formato pera o corazón, así como la talla cuadrada conocida como princesa, un formato más rectangular como la baguette, etc.
Más allá de la forma está el color, un factor relevante en el campo de los diamantes. Esta gema puede presentarse en una muy amplia variedad de colores, pero en joyería, por lo general, se utilizan diamantes de la serie incolora: son aquellos que tienen ausencia total de color, es decir muy blancos, hasta la tonalidad pardusca.
Fuera de la escala incolora está la escala de colores fantasía, donde se sitúan ejemplares de color amarillo muy intenso, naranja, rojo, verde, rosa, violeta o azul. Estos diamantes son muy cotizados en el mercado. Por ejemplo, un diamante azul, talla pera, con un peso de 17,61 ct., fue subastado en la casa Christie´s de Ginebra con un valor de martillo de 44 millones de dólares.
Hay diamantes fantasía muy famosos, como el “Diamante Hope” de 45,52 ct., custodiado en el Museo Smithsonian desde que Harry Wiston lo donó a mediados del Siglo XX; o el “Diamante Darya-ye Noor” de 182 ct de tonalidad rosado.
LAS 4 C´s
Las famosas cuatro o cinco “Cs” del diamante son un sistema de graduación del diamante para determinar su calidad en base a una serie de normas y nomenclaturas, aceptadas mundialmente.
1C Color (Color)
2C Clarity (Pureza)
3C Carat (Peso)
4C Cut (Talla)
5C Certificate (Certificado)
En un post específico desentrañaremos en gran detalle cada una de estas “C”; como pincelada comentar:
COLOR: se trata de graduar en unas condiciones específicas, la ausencia de color en un diamante de la serie incolora. Desde una categoría River – D – Blanco Excepcional +, donde el diamante es absolutamente incoloro o blanco; hasta un nivel Yellow – Z – Color, que refleja un grado de color muy pardo, oscuro y de baja calidad.
PUREZA: esta categoría refleja la cantidad, tamaño, tipo y localización de inclusiones dentro de la gema. Existe un grado “Flawless” que habla de un diamante puro completamente, escalas intermedias como “VS” o “SI” que indican que el diamante tiene más o menos inclusiones, y la escala “P” para los diamantes piqué, significa que están llenos de shakiras que se ven a simple vista.
PESO: este apartado indica lo que pesa, el tamaño que tiene por tanto, reflejado en quilates y con dos decimales.
TALLA: la forma en que se presenta un diamante, su talla, apariencia y las proporciones de ésta son rasgos determinantes en el brillo de la gema y por extensión, en su cotización.
CERTIFICADO: de un tiempo a esta parte se están incorporando a las categorías “C” del diamante el apartado del certificado, pues se trata de una información reflejada por un laboratorio serio, imparcial, que aplica los criterios gemológicos y refleja con rigor los apartados anteriormente comentados.
TRATAMIENTOS Y SÍNTESIS
Este apartado es el más peliagudo de todos, el más complejo por su ejecución y, sobre todo, por su identificación. Quizás por eso recurrir a un laboratorio para certificar un diamante, que informe sobre tratamientos y síntesis, ayuda en este campo.
Con respecto a los tratamientos diremos que se trata de aplicar uno o varios tratamientos, generalmente con el fin de mejorar el color del diamante. Como hemos visto en el apartado anterior, el color de un diamante es un aspecto importante en su cotización.
Los diamantes son sometidos a tratamientos de irradiación con neutrones (n0), electrones (e-), protones (H+), incluso rayos gamma (He2+) que logran desplazar los átomos de su red cristalina y mejorar su aspecto final.
Otros tratamientos que pueden someter a un diamante son: tinciones, talcos, rellenos de fisuras, altas presiones y temperaturas (HPHT), etc. que intentan mejorar la gema a base de aplicar tintes o láminas de color bajo un diamante engastado, borrar las inclusiones abriendo un canal en su interior… ¡Creatividad al poder! Finalmente hay que comentar que existen variaciones y combinaciones de síntesis y tratamientos en el mundo del diamante, verdaderos cócteles para mejorar el color y la pureza de un diamante.
Finalmente, entramos, aunque de puntillas, en el polémico tema de las… Síntesis…
¡No lo intenten en sus casas!
Existen dos tipos de síntesis para lograr crear un diamante: HPHT y CVD. Ambos métodos logran crear un diamante, así es, un diamante, con las mismas propiedades físicas y ópticas que un diamante natural.
El primer tratamiento, HPHT, fue desarrollado por la General Electric Company intentando recrear las condiciones en que los diamantes han sido creados en la naturaleza: con High Presure y High Temperature (HPHT), alta presión y temperatura; hablamos de 50 a 100 Kbar y temperaturas de 1200°C a 2700°C. Esta empresa, a partir de 1970, logró producir cristales de más de 1 ct de tamaño y de muy buena calidad gema.
El segundo tratamiento, CVD, es un proceso basado en la deposición química de vapor cuya primera patente se registró en 1962.
¿Qué es lo polémico de todo esto de las síntesis?
Pues este asunto tiene al sector dividido entre detractores y defensores. Algunos simpatizantes venden este producto en sus joyerías, mientras que otros ven una negligencia en esa práctica, sobre todo si el cliente no está informado de lo que compra. Quizás la polémica radica en la dificultad de identificar los diamantes sintéticos y la transparencia e información frente al cliente comprador.