HISTORIA

Los Huevos Fabergé

15 de abril, 2025

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“Los enigmáticos regalos de la familia imperial rusa”

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Los conocidos como “Huevos Fabergé” son la famosa serie de los 50 huevos de Pascua que fueron creados por Carl Fabergé y sus artesanos de la casa Fabergé para los zares de Rusia y la burguesía industrial y financiera entre los años 1885 y 1917.

Peter Carl Fabergé nació en San Petersburgo en 1846, hijo del joyero alemán Gustav Fabergé. Tras la muerte de su padre se hizo cargo de la joyería ubicada en la entonces capital rusa, San Petersburgo. Después de haber realizado el primero de los huevos para la familia real su carrera fue meteórica, abriendo tiendas en Londres y Odesa.
Esta fama no solo la adquirió por su estrecha relación con la dinastía Romanov, sino también por su enorme talento artístico.
Estas series de huevos de Pascua fueron el máximo logro de la casa rusa de joyería.
Su fabricación comenzó en 1885 cuando el zar Alejandro III de Rusia encargó un huevo de Pascua para su esposa, la emperatriz María Fiodorovna, al famoso joyero.
Este primer huevo es el conocido como “Huevo de Gallina” y cuenta con una cáscara esmaltada en blanco opaco, que se abre con un giro para revelar una primera sorpresa, una yema de oro amarillo mate. Ésta, a su vez, contiene una gallina de oro esmaltada que alguna vez sostuvo una réplica de la corona imperial con un precioso colgante de rubí en su interior. Actualmente este huevo se encuentra en el museo Fabergé de San Petersburgo y es uno de los más icónicos.
Tanto agradó a la zarina el regalo, que el zar ordenó que Carl Fabergé fabricara un huevo de Pascua cada año para su esposa. La empresa contó con total libertad para los futuros huevos de Pascua imperiales. La única condición era que cada uno debía contener una sorpresa.
En 1885, Fabergé fue nombrado proveedor oficial de la corte imperial rusa y diseñaron y confeccionaron huevos de Pascua durante once años más para Alejandro III de Rusia, hasta su fallecimiento.
Su hijo y sucesor Nicolás II seguiría con la tradición. Durante su gobierno se crearon 40 huevos más. Dos cada año, uno para su madre, y el segundo para su esposa.
El diseño de los huevos imperiales Fabergé se inspiró en distintos estilos artísticos europeos, como el barroco, el rococó, el Neoclásico o el Modernista, así como en obras de arte que el joyero pudo conocer durante sus viajes por Europa.
Algunos huevos se crearon para conmemorar acontecimientos como la coronación del zar Nicolás II, la terminación del ferrocarril Transiberiano, y otros acontecimientos importantes. Otros guardaban en su interior piezas con un significado especial para la familia como el yate imperial Standart, la catedral de Uspensky, el palacio de Gátchina o el palacio de Alejandro.
El reinado de la legendaria dinastía Romanov acabó en 1917 con la revolución bolchevique. Nicolás II, su esposa y sus cinco hijas fueron fusilados en 1918 y las posesiones de la corona fueron nacionalizadas.
El mismo destino corrió la Casa Fabergé. Y Carl Fabergé tuvo que abandonar el país. Murió dos años más tarde en Suiza.
Según cuenta la historia, los huevos fueron empaquetados y llevados a la armería del Kremlin.
En años posteriores, Joseph Stalin vendería 14 de estos huevos para atraer divisas extranjeras a Rusia. Algunos terminaron en colecciones privadas y otras instituciones. Actualmente se desconoce el paradero de siete de ellos.
El nombre Fabergé desapareció del mundo de la joyería hasta que en el año 2007 fue rescatado por Pallinghurst Resources, una firma internacional de asesoría de inversiones y fue fundada Fabergé Ltd. cuyo control asumieron Tatiana y Sarah Fabergé, bisnietas de Carl Fabergé, con la intención de fabricar artículos de joyería.

Otros dos huevos icónicos de los producidos por los talleres Fabergé han sido:

Huevo de la coronación (1897)

Es probablemente el más conocido de los huevos imperiales.
Actualmente es propiedad del empresario ruso Viktor Vekselberg.
Fue un obsequio de Nicolás II a su esposa, la emperatriz Alexandra Feodorovna, como recuerdo de su entrada en Moscú el 26 de mayo, día de su coronación en la catedral de Uspensky.
Está hecho en oro con esmalte traslúcido de color amarillo lima sobre campo guilloché de destellos de estrellas y hace referencia a la túnica de tela dorada que usó la zarina en su coronación.
El monograma de la emperatriz aparece en el vértice del huevo debajo de un diamante retrato, con la fecha en la base. El huevo se abre para revelar una sorpresa en forma de una réplica precisa de 10,2 cm de largo de la carroza imperial del siglo XVIII que llevó la zarina a su coronación. Las sorpresas, que se han perdido, incluyen un colgante de esmeralda o diamante que colgaba dentro de la réplica del carruaje, un soporte de jadeíta con cubierta de vidrio para la exhibición del carruaje y un soporte hecho de alambre de plata dorada.
El huevo, que se exhibió en el apartamento de la emperatriz en el palacio de invierno de San Petersburgo hasta 1917, fue enviado al Kremlin y transferido al Sovnarkom en 1922 para su venta. Desde entonces, ha pasado por diferentes manos. En 1979 fue adquirido por Malcolm Forbes por 2,16 millones de dólares junto con el “Huevo de Lirios del Valle”. Posteriormente, en 2004, la casa Sotheby´s anunció su venta junto con otras piezas de Fabergé hasta un total de nueve huevos a su actual propietario. El precio de los nueve huevos según se desveló posteriormente en un documental de BBC Four de 2013 fue de algo más de 100 millones de dólares.
Cómo anécdotas, contamos con la aparición de un huevo de coronación en la película Octopussy de James Bond de 1983, que narra la misteriosa aparición de un huevo falsificado en una fiesta en la residencia del embajador británico en el Berlín Oriental.

Huevo del Laurel (1911)

Regalo del emperador Nicolás II a su madre, la emperatriz viuda María Feodorovna. Basado en un naranjo mecánico francés del siglo XVIII, se confirmó finalmente como un laurel después de examinar la factura original del joyero.
Es un huevo esmaltado y de nefrita que, al girar una palanca diminuta disfrazada de fruta escondida entre las hojas de laurel, se activa la copa circular y un pájaro cantor se eleva y bate las alas, gira la cabeza, abre el pico y canta.
El huevo fue también confiscado por el gobierno provisional ruso y posteriormente vendido. Después de pasar por diferentes propietarios, también ha acabado en manos del empresario ruso Viktor Vekselberg entre los nueve huevos adquiridos en 2004.

La historia de los huevos Fabergé es parte de la historia del siglo XX.
Una vez más vemos como la historia de la humanidad se refleja en la historia de la joyería.

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