“¿Es realmente una piedra maldita?”
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El ópalo, es un mineral resplandeciente que roba corazones con su juego de colores mágico. Pero ¿qué hay detrás de esta piedra preciosa y cuáles son los secretos que esconde?
Imagínate una estructura microscópica, pequeñas esferas de sílice formando patrones ordenados, el resultado que obtenemos es el famoso "juego de colores" del ópalo. Cuando la luz entra en esta estructura, se descompone en un arcoíris de colores, dándole a la piedra esa chispa única.
Químicamente hablando, el ópalo tiene un toque de dióxido de silicio (SiO2) y algo de agua (H2O), lo que le da su esencia única. Hay varios tipos de ópalo, cada uno con su propia personalidad. El ópalo negro, con su deslumbrante juego de colores, es uno de los primeros de la lista y es la estrella en joyería. También tienes el ópalo común y el ópalo de fuego, cada uno tiene su encanto.
En este artículo nos centraremos en su historia como “piedra maldita”.
La “maldición del ópalo” ha dejado una huella intrigante a lo largo de las distintas civilizaciones, cada una con su propia interpretación y con su mitología alrededor de esta enigmática piedra preciosa.
Aunque no en todas las culturas antiguas ha tenido esta perniciosa consideración.
En la antigua Roma, el ópalo inicialmente era considerado un símbolo de ilusión, esperanza y buena suerte. Sin embargo, con el tiempo, surgieron creencias contradictorias, asociándolo con la mala suerte para los que no nacían en el mes de octubre, mes vinculado a este mineral. Este doble juego de interpretaciones sobre el ópalo dejó a los romanos con una percepción un tanto ambivalente.
Por otro lado, en la antigua Grecia la visión era más positiva. El ópalo se consideraba un símbolo de protección y profecía. Utilizado en amuletos para alejar el mal, se creía que otorgaba la capacidad de prever el futuro.
En la mitología hindú el ópalo también se relacionaba con la protección y, más en concreto, con su diosa, Iris, además de atribuírsele la capacidad de cambiar de color según el estado de ánimo del poseedor.
En la misma línea, en las culturas aborígenes de Australia se creía que poseía propiedades místicas que protegían a su portador. El ópalo era sagrado y caía del cielo durante tormentas eléctricas.
No obstante, en Europa, durante la Edad Media, fue vinculado a la magia negra y a la brujería. Se creía que atraía a la mala suerte y sufría una pérdida de brillo cuando entraba en contacto con individuos impuros.
En el siglo XIX, a pesar de un resurgimiento en la popularidad del ópalo en Europa, aún seguían las antiguas supersticiones, afectando la percepción de esta piedra preciosa.
En la actualidad, aunque muchas personas aprecian el ópalo por su belleza única, continúan existiendo reservas. A pesar de todo, la mayoría reconoce que la maldición del ópalo es más un mito cultural que una realidad tangible.
Las leyendas que rodean la maldición del ópalo varían, pero muchas comparten un hilo común, que es la idea de que el ópalo es un portador de energía negativa o que está vinculado a fuerzas sobrenaturales. Algunos relatos cuentan historias de pérdida de fortuna, relaciones fracturadas o incluso eventos trágicos que supuestamente fueron desencadenados por la posesión de un ópalo.
Es importante destacar que estas creencias son, por supuesto, mitológicas y carecen de respaldo científico.
En el contexto de la monarquía española podemos encontrarnos con un elemento intrigante en la historia del Rey Alfonso XII.
Cuenta la leyenda que la amante del rey y cortesana Virginia Oldoini, Condesa de Castiglione, apodada 'La Perla de Italia', afectada por la noticia del matrimonio del rey con su prima María de las Mercedes, optó por enviar como regalo de bodas un ópalo engastado en un anillo de oro. Este ópalo, supuestamente maldito, desencadenó una serie de desdichas para quienes lo poseían.
La tragedia se inició con el fallecimiento de María de las Mercedes cinco meses después de la boda, sin que estuviera del todo clara la verdadera causa de su muerte (supuestamente por tifus).
El rey, triste por la pérdida, obsequió la mencionada piedra preciosa a su abuela, la reina María Cristina de Borbón-Nápoles, quien también murió dos meses más tarde. “Segunda víctima”.
La joya cae entonces en manos de la princesa María Cristina Francisca de Orleans, cuñada del rey y, quizás, la nueva y futura real consorte española. Fallece de tuberculosis. “Tercera víctima”.
Sigue el baile macabro del anillo, que acaba en manos de la Infanta María del Pilar, hermana menor de Alfonso XII. También muere en extrañas circunstancias, mientras veraneaba en el balneario guipuzcoano de Escoriaza. “Cuarta víctima”.
Ante tal acumulación de muertes, Alfonso XII guarda para sí mismo el anillo, opta por ponerse la joya al dedo y, desgracia, seis años después muere el 25 de noviembre de 1885, víctima de la tuberculosis. Durante estos seis años se casa con la Archiduquesa María Cristina de Austria-Lorena, tiene dos hijas y otro en camino que no verá nacer, aquí tenemos la “quinta y última víctima del ópalo” de la Castiglione.
Se cree que la viuda del rey, María Cristina de Austria, convertida en reina-regente de España, se desharía del anillo y que el ópalo fue ofrecido a Nuestra Sra. de La Almudena, patrona de Madrid, reconvertido en colgante.
La joya desaparece misteriosamente después de 1885 (si es que existió realmente).
Según la leyenda, se habría puesto fin a la serie de maldiciones y muertes asociadas con el ópalo.
La repercusión negativa de estas historias en torno al ópalo se reflejó directamente en su mercado y, en un periodo de tan solo un año, el precio del ópalo se redujo a la mitad, congelando su comercio durante décadas. Otro rumor, sostiene que comerciantes de los siglos XIX y XX, molestos por la creciente popularidad de los ópalos australianos, decidieron llamarlos "joyas malditas" para preservar sus intereses comerciales.
Aunque estas leyendas carecen de respaldo científico alguno, han dejado una huella imborrable en la percepción popular del ópalo, aportando un elemento de misterio y cautela a esta hermosa piedra preciosa.
Y más allá de las supersticiones que lo rodean, el ópalo, en sí mismo, es una piedra preciosa que a lo largo de la historia ha sido muy apreciado por su juego de colores vibrantes y su singular belleza.
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