“Un breve recorrido del origen de estas entidades centenarias.”
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El siglo XV en el norte de Italia fue una época de grandes cambios y avances que abarcaron muchos ámbitos de la sociedad como la cultura, el arte, el comercio, etc.
Situación que da lugar a uno de los periodos de mayor relevancia de la historia de la humanidad, el Renacimiento italiano, tornando el interés por las culturas antiguas clásicas (griega y romana), época que se consideraba de “luz”, frente a la supuesta “oscuridad” de la Edad Media, originándose una etapa de grandes logros y un extraordinario movimiento artístico que terminaría extendiéndose por el resto de Europa y motivando la transición a la Edad Moderna.
El gran crecimiento del comercio y su expansión al extranjero incrementó exponencialmente la necesidad de liquidez dineraria para poder realizar las transacciones con soltura y agilidad.
Sin embargo, esta transición y avances no alcanzaron a todas las clases sociales, sino a los estratos más pudientes, dejando al margen al resto de la población.
En este contexto nacen los primeros Montes de Piedad.
Profundizando un poco más en el entorno, este cambio de tendencia en el país desencadenó que la demanda de dinero aumentara el coste de éste, siendo difícil acceder a él sin unas garantías relevantes, teniendo en cuenta que los bancos de la época no facilitaban créditos a particulares.
Se ha de tener presente que en el siglo XV los bancos eran gestionados por cambistas. Éstos se colocaban sobre un banco o mesa en los puntos más transitados de la ciudad y en días de mercado para ofrecer sus servicios.
Si los negocios les iban mal, las autoridades de la época los expulsaban destruyendo el banco donde estaba elevado, creando el concepto de “bancarrota”.
En esa época, el comercio de dinero era prácticamente potestad de los judíos, ya que para los cristianos estaba prohibida la actividad de prestar aplicando un interés sobre la operación, que se consideraba usura, con lo que dejó al entorno judío prácticamente como únicos operadores de este mercado.
Ello generó que los judíos se apropiaran del préstamo al consumo de la época (se ha tener en cuenta que estaban excluidos del mundo de las artes, oficios y profesiones liberales), creciendo de manera acelerada y llegando a financiar en poco tiempo a la alta sociedad, Papas, ciudades, autoridades públicas, etc., lo que provocó a posteriori que las autoridades cambiaran ciertos derechos y privilegios para poder brindarles un mejor encaje en la sociedad y beneficiarse de esta nueva relación.
Tras este crecimiento, la Iglesia reaccionó, ya que, para ella, esta práctica de aplicar intereses sobre los préstamos era usura y promovió la expulsión de los judíos de las ciudades.
Hay que pensar que los intereses de la época podían ir desde el 20% hasta el 130% de lo solicitado, haciendo que los agricultores, comerciantes, artesanos etc., tuvieran que realizar esfuerzos elevados para la devolución de estos créditos.
Pero por la parte cristiana, que también se concedían préstamos, aunque teóricamente “sin intereses”, se producía otro abuso a la población, puesto que estos créditos, aunque no tenían intereses, llevaban incorporados en el montante del mismo unos gastos e intereses ocultos que hacían que el importe a devolver también fuera muy elevado, con lo que los ciudadanos que pedían los préstamos a este sector acababan pagando unos costes parecidos a los créditos que facilitaban los judíos.
Y fue en este momento cuando los Franciscanos tomaron cartas en el asunto, poniendo foco en este ámbito se volcaron en ayudar a la parte de la población más desamparada según sus preceptos de pobreza y pureza de San Francisco.
En el siglo XV, a través de San Bernardino de Siena (pensador clave en la creación de los Montes de Piedad), la orden franciscana, a través de sus hermanos con mayores estudios procedentes de la aristocracia y mercaderes, decide poner fin a la usura bajo el precepto de que era un grave pecado y una ofensa moral a los ciudadanos.
Esta actuación iba contra ambos sectores, tanto el judío como el cristiano, pero enfatizando de manera más agresiva sobre los primeros y utilizando una estrategia muy precisa para realizar una campaña de desacreditación de esta actividad.
Los franciscanos consideraron que para combatir la usura debían eliminarla del sistema económico de la época y, para ello, necesitaban crear una alternativa al crédito existente para, como mínimo, dar cobertura a los más desfavorecidos.
Y es de esta manera como se inició la creación de los Montes de Piedad, cuya denominación toma esta forma de la palabra “Monte”, que en la época se podría traducir como “masa de dinero”, cuyo origen fueron las colectas obtenidas para generar un fondo común. Y la palabra Piedad se utilizó para no confundir con otros tipos de Monte, como el Monte instituido de Florencia, los Montes de Deuda Pública etc., y teniendo en cuenta que su finalidad era ayudar a los más desamparados, la terminología les pareció correcta.
El préstamo original de la época era un préstamo con garantía de prenda sin intereses y los Montes de Piedad tenían exclusivamente fines caritativos y sin ánimo de lucro. Aunque con el paso del tiempo y para garantizar su continuidad, solicitaban a aquellos que devolvían el crédito y cuya situación había mejorado un “interés” para ayudar a financiar los fondos de la institución.
Con lo que podemos afirmar que el origen de los Montes de Piedad son una idea franciscana e italiana para luchar contra la usura que había en la época y, con ello, evitar que la parte más desfavorecida de la población se quedara fuera de este crecimiento que experimentó la sociedad italiana en el siglo XV.
MONTE DE PIEDAD DE CAIXABANK