“Una joya orgánica de fascinante historia y belleza”
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El ámbar, esa “piedra” de color anaranjado tan bonita que a veces contiene insectos o burbujas de aire dentro, es en realidad una resina vegetal fosilizada proveniente principalmente de coníferas extintas. Se formó hace entre 30 y 90 millones de años, cuando la resina exudada —que a veces, en su discurrir árbol abajo, capturaba pequeños insectos, granos de polen, hongos o burbujas de aire— quedó enterrada y sometida a presión y temperatura durante millones de años.
Es una joya orgánica que, al igual que el coral o las perlas, proviene de organismos vivos y se diferencia de las gemas minerales por este origen biológico.
El ámbar ha cautivado a la humanidad durante milenios por su calidez, belleza y misterio. Esta resina fosilizada no solo es apreciada como gema, sino también como cápsula del tiempo que conserva fragmentos del pasado. En este artículo exploraremos el origen del ámbar, su composición, colores, tratamientos, tallas, inclusiones, yacimientos, diferencias con el ámbar sintético, curiosidades y consejos de mantenimiento. Nuestro objetivo es ofrecer una visión profesional y divulgativa que permita comprender el valor y la singularidad de esta joya orgánica.
Composición química
La composición química del ámbar refleja su origen como resina vegetal fosilizada y, aunque varía según el yacimiento en el que se encuentre y el tipo de árbol que lo produjo, presenta características comunes.
El ámbar está compuesto principalmente por carbono (entre un 65–80 %), hidrógeno (en torno al 10 %) y oxígeno (entre un 10–25 %). Contiene también ácidos succínicos, especialmente en el ámbar báltico.
Respecto a sus propiedades físicas, podemos destacar que es relativamente blando y frágil en comparación con las gemas minerales, presentando una dureza de entre 2 y 2,5 en la escala de Mohs, similar al yeso o incluso a la uña humana, es decir, se raya con mucha facilidad. Se fractura también fácilmente con impactos o presión, y a partir de los 150 ºC se reblandece e incluso puede fundirse. Es sensible a sustancias químicas tales como disolventes, alcohol, perfumes y limpiadores (de ahí que se aconseje no llevarlo puesto en tareas domésticas como cocinar o limpiar). La exposición prolongada al sol puede oscurecerlo o provocarle grietas.
Colores del ámbar
El ámbar presenta una amplia gama de colores, que van desde el amarillo miel o dorado —los más comunes— hasta el negro, pasando por el rojizo, marrón, verde o azul. El color depende de su origen, edad, condiciones de fosilización y presencia de inclusiones o burbujas de aire.

También puede encontrarse transparente o casi incoloro, lo cual es muy apreciado en joyería porque permite apreciar con claridad las inclusiones.
Tratamientos del ámbar
El ámbar puede ser tratado térmicamente para intensificar su color o eliminar impurezas. También se somete a presión para formar piezas prensadas. Algunos tratamientos incluyen el uso de aceites o resinas para mejorar el brillo. Es importante declarar estos tratamientos en el comercio de joyas.
Tipos de tallas
Debido a su baja dureza se talla fácilmente. Las tallas más comunes son cabujones, cuentas, camafeos y esculturas. También se utiliza en incrustaciones y objetos ornamentales. Su ligereza permite crear piezas de gran tamaño sin incomodidad.
Las piezas más transparentes suelen tallarse facetadas o en cabujón, y las que contienen inclusiones como burbujas o insectos es más común tallarlas libres para que puedan apreciarse, aunque también se hacen en cabujón.
Inclusiones
Una de las características más fascinantes del ámbar son sus inclusiones: insectos, hojas, flores, burbujas de aire o agua. Estas inclusiones aumentan su valor científico y comercial, ya que ofrecen una ventana al ecosistema prehistórico. El ámbar con inclusiones bien conservadas es altamente coleccionable.

Principales yacimientos
Los yacimientos más importantes se encuentran en la región del Báltico (Polonia, Rusia, Lituania), República Dominicana, México (Chiapas), Myanmar (Birmania) y Colombia. El ámbar báltico es el más abundante y comercializado, mientras que el dominicano es famoso por su transparencia y el raro ámbar azul.
Ámbar sintético y sus diferencias con el natural
El ámbar sintético se fabrica a partir de resinas naturales o plásticas. Aunque visualmente puede parecerse al natural, carece de inclusiones auténticas y propiedades físicas como la fluorescencia bajo luz UV. Las pruebas de solubilidad, rayos X o espectroscopía ayudan a distinguirlos.
También pueden distinguirse porque el ámbar natural, al calentarse, desprende un olor a resina, mientras que el sintético huele a plástico o químico. Además, suele ser más duro que el natural, así como presentar inclusiones idénticas o repetitivas, frente a la heterogeneidad del natural.
También existe el ámbar reconstituido, hecho de fragmentos prensados.
Curiosidades
- El ámbar era conocido como electrum por los griegos, por su capacidad de atraer objetos al frotarlo.
- En la Edad Media se creía que tenía propiedades curativas y protectoras.
- Se han hallado piezas con insectos extintos, lo que ha inspirado obras como *Jurassic Park*.

- El ámbar natural flota en agua salada, lo que es una forma de identificar su autenticidad.
Mantenimiento del ámbar
El ámbar es delicado y debe protegerse del calor, productos químicos y rayaduras. Se recomienda limpiarlo con un paño suave y agua tibia, evitando detergentes. Debe almacenarse separado de otras joyas para evitar daños y tampoco debe exponerse al sol prolongadamente ni a perfumes o lacas.
Conclusión: una joya que conecta pasado y presente
El ámbar no es solo una gema de singular belleza, sino también un testimonio tangible de la historia natural. Su origen orgánico, sus inclusiones únicas y su delicadeza lo convierten en una joya que requiere cuidado, pero que ofrece a cambio una conexión directa con ecosistemas desaparecidos hace millones de años.
Ya sea en forma de colgante, escultura o pieza de colección científica, el ámbar sigue fascinando por su capacidad de unir arte, ciencia y naturaleza. Conocer sus propiedades, tratamientos y cuidados no solo permite valorarlo mejor, sino también preservarlo como legado de la Tierra.
En definitiva, el ámbar es mucho más que una piedra bonita: es una joya eterna que guarda en su interior los secretos del tiempo.
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