HISTORIA

Entre diamantes y dinastías: las tiaras icónicas de la realeza europea

02 de diciembre, 2025

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“Elegancia real: las tiaras que marcaron la historia”

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Las tiaras han sido durante siglos símbolos de poder, elegancia y distinción. La costumbre de adornar la cabeza con una tiara se remonta a la antigua Grecia y continuó en la época romana. Esta tradición, que nunca llegó a abandonarse del todo, se recuperó con fuerza en el siglo XVIII, pero fue durante el siglo XIX cuando alcanzó su apogeo. En aquel entonces, las tiaras se convirtieron en una forma de afirmar el propio rango, motivo por el cual se utilizaban diamantes y piedras preciosas como manera de posicionarse en la sociedad.

En el ámbito de la alta joyería, algunas de estas piezas han alcanzado un estatus icónico por su diseño, valor histórico y vinculación con casas reales europeas.

En este artículo intentaremos conocer la historia de algunas de las tiaras más emblemáticas, así como acercarnos a sus diseños y materiales y conocer quienes han sido los joyeros que las han diseñado y elaborado. En resumen, daremos un paseo por la historia de las tiaras reales que es también la historia de sus protagonistas.

Para empezar, elegiremos la tiara más distinguida del joyero de la Corona Española, la tiara de la “Flor de Lis”. Fue encargada por el rey Alfonso XIII a la conocida joyería Ansorena para regalársela a su futura esposa, Victoria Eugenia, con motivo de su boda en 1906. Se incluye dentro de las conocidas joyas ‘de pasar’, una colección de alhajas que deberán 'pasarse' de reina a reina y de las que ya hemos hablado en otro de nuestros artículos. Ha coronado la cabeza de la reina Sofía numerosas veces y también la de doña Letizia desde que la luciera por primera vez en 2017.

La tiara está confeccionada en platino y engastada con diamantes.  Su diseño central está compuesto por tres flores de lis, símbolo heráldico de la dinastía Borbónica.  La flor central, de mayor tamaño, está flanqueada por dos flores más pequeñas. El resto de la estructura está decorado con motivos vegetales finamente trabajados.  En 1910 la pieza fue ampliada con nuevos elementos y se le añadieron charnelas que permiten ajustar su base.

Continuamos el recorrido con la tiara “Cambrigde Lover´s knot”. Fue un encargo de la abuela de Isabel II en 1913 y simboliza el amor eterno. Es un diseño muy clásico compuesto de 19 arcos abiertos de nudos de brillantes de los que cuelgan 38 enormes perlas.

Fue creada para la reina Mary en 1914 por la casa Garrard, utilizando perlas y diamantes que ya pertenecían a su familia. Mary se inspiró en la diadema de su abuela, la princesa Augusta de Hesse, conocida como la tiara original de los nudos de amor de Cambridge, que actualmente se cree que está en una colección privada de paradero desconocido.

Después de la muerte de la reina Mary en 1953, la tiara fue heredada por su nieta, la reina Isabel II. La reina lució esta joya en varias ocasiones durante la década de 1950, antes de preferir otras piezas como la tiara de las Damas de Gran Bretaña e Irlanda, que con el tiempo se convirtió en una de sus favoritas.

En 1981, la reina le cedió la tiara a la princesa Diana como regalo de bodas. Sin embargo, Diana optó por llevar la tiara Spencer, una reliquia familiar, el día de su boda. A pesar de ello, la tiara Lover´s knot se convirtió en una de sus piezas favoritas, aunque era tan pesada que le provocaba dolor de cabeza.

Según la revista People, tras la muerte de Diana en 1997, la tiara no volvió a verse en público hasta el año 2015, cuando, la princesa de Gales, Kate Middleton, la lució con gran expectación durante una recepción en el Palacio de Buckingham.

Otro ejemplo icónico de tiara es “La tiara Cartier de la Casa Real Española”. Fue encargada en 1920 por el rey Alfonso XIII a la prestigiosa maison Cartier de París como regalo para su esposa, la reina Victoria Eugenia de Battenberg.

La tiara original, conocida como tiara Cartier, tenía un diseño ligero con un corazón en el centro rodeado de volutas. Fue reconfigurada por Cartier en la década de 1920 para adaptarla al gusto de la princesa y a las tendencias de la época. Cartier creó un tocado más compacto con diamantes de talla brillante y rosa engastados en platino, junto con seis perlas grandes en el centro de cada elemento vegetal en espiral egipcia que se unen en el centro mediante un adorno floral coronado por una perla redonda. Con el tiempo, algunas perlas fueron reemplazadas por esmeraldas y se agregaron dos nácares más, rodeados por laureles en los extremos de la tiara para aumentar su longitud.

Esta joya real fue heredada por la infanta María Cristina, condesa de Marone, después de la muerte de su madre, la reina Victoria Eugenia, y a finales del siglo XX la infanta la vendió a su sobrino el Rey Juan Carlos I.

La tiara no forma parte de las llamadas “joyas de pasar”, por lo que no está sujeta a la regla de ser transmitida exclusivamente entre reinas consortes. La reina Letizia lució esta tiara en 2018 durante una cena de gala en honor al presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa.

Finalmente, un ejemplo con piedras preciosas es “La tiara de zafiros de la familia real holandesa”, conocida como la Dutch Sapphire Parure Tiara, es una de las piezas más espectaculares y valiosas del joyero de la Casa de Orange. Su historia, diseño y simbolismo la convierten en una joya de referencia dentro de la realeza europea.

Fue un regalo del rey Guillermo III a su esposa, la reina Emma, en el año 1881. La tiara fue diseñada en 1867 y, aunque tradicionalmente se atribuye a la joyería parisina Mellerio dits Meller, algunas fuentes sostienen que fue obra de la firma holandesa Maison van der Stichel.

Desde entonces, ha sido utilizada por varias generaciones de reinas y princesas holandesas, y es actualmente una de las favoritas de la reina Máxima, quien la lució durante su coronación en 2013.

Está compuesta por 31 zafiros de Cachemira, una de las variedades más raras y valiosas del mundo, conocidos por su intenso color azul aciano y su apariencia aterciopelada.

Incluye además 655 diamantes sudafricanos y un zafiro central de 44 quilates, que originalmente formaba parte de un broche de la reina Ana, esposa de Guillermo II.

La tiara fue montada en oro, pero en 1928 se modificó su estructura a platino para aligerar su peso y facilitar su uso en actos oficiales.

En su fabricación se utilizó la técnica “pampille en tremblant”, que consiste en montar los diamantes en pequeños compartimentos móviles que vibran con el movimiento, generando un efecto de brillo dinámico y espectacular.

Su estilo es una mezcla de romanticismo y Art Decó, con una estructura simétrica y elegante que resalta la pureza de las gemas.

Estas cuatro tiaras representan solo una pequeña muestra del vasto y fascinante universo de joyas que conforman los joyeros de las casas reales europeas. Cada una de ellas encierra siglos de historia, arte y simbolismo, y nos permite asomarnos al esplendor de las monarquías a través del lenguaje silencioso de la alta joyería.

Esperamos que este recorrido haya despertado en nuestros lectores la misma admiración y curiosidad que nos inspira a nosotros este legado deslumbrante.

 

Bibliografía y otros enlaces de interés

Joyas reales: Las tiaras de la Casa Real que ya puede usar Leonor - Artículo 14

Las tiaras más espectaculares de la realeza | Vanity Fair

 

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